Village Voices: Un videojuego para resolver los conflictos de patio de colegio

 

Conseguir solucionar los conflictos infantiles que se generan en el patio de colegio a través de un videojuego. Ese era el propósito que se marcaron los desarrolladores de Village Voices, un título que se alzó en 2013 con el premio al mejor juego de aprendizaje en los galardones europeos de serious games.

Desarrollado en el marco del proyecto Siren, Village Voices pone a los jugadores en el papel de un personaje que habita en uno de los cuatro pueblos independientes del juego, situados en un entorno agrícola y en el que deben completar varias misiones. Los jugadores coinciden en el juego con otros jugadores así como con personajes de inteligencia artificial, con los que pueden colaborar, compartir recursos y ayuda, o bien propagar rumores y robarse. Al igual que sucede en la vida real, en el patio del colegio, los niños pueden jugar a hacer el bien o a crear problemas de los demás.

Los niños se encontrarán a lo largo del juego con diferentes conflictos con otros jugadores que deberán ser resueltos adecuadamente para poder progresar. Estos conflictos se manifiestan a través de historias de interacción de los jugadores, basadas en la exploración de perspectivas opuestas, la gestión emocional, habilidades de comunicación, creatividad o pensamiento crítico.

La intensidad del conflicto se adapta al nivel de habilidad de cada jugador así como al baremo de intensidad predeterminada. En lugar de crear un juego sobre el comportamiento de la intimidación, como estereotipo de los conflictos infantiles, el equipo de desarrollo quiso explorar los tipos de conflictos cotidianos que tienen lugar en la escuela. Así, conceptos como la amistad, las diferencias de opinión o la posesión, temas que suelen pasar desapercibidos para los adultos pero que son problemas importantes para los niños, afloran en el videojuego, planteándole el conflicto a los niños en un entorno lúdico en el que deben jugar a resolverlos o mantenerlos.

En Village Voices, los jugadores pueden ser destructivos, robarse, incluso el juego ofrece a los jugadores agresivos una soga con la que ahorcarse. Uno de los aspectos más interesantes en este sentido, es la posibilidad de usarlo en el aula, entre compañeros de clase, de tal forma que la intensidad de estas acciones se dispara al ser el jugador conocedor de que sus compañeros/rivales son alumnos de su propia clase, cuyas identidades y relación con los conflictos reconocerá fácilmente.