Un piano para atraer a los usuarios a la escalera convencional

 

El gamification tiene una de sus máximas expresiones en las iniciativas desarrolladas bajo la marca The Fun Theory, impulsadas por Volkswagen. Conseguir que grupos numerosos de personas hagan cosas que de otra forma no harían simplemente convirtiendo los procesos en divertidos. Bajo esta premisa, máxima expresión y definición del gamification, encontramos diversos ejemplos, la mayoría de ellos en el norte de Europa, que condensan de forma ejemplar la disciplina.

Pero, además, encontramos en ellos otra factor clave, como es el hecho de que las personas que participan de los procesos, apenas son conscientes de estar formando parte del mismo, no se las incita sino que actúan por su propia iniciativa y acaban realizando una actividad deseable no conducidos claramente hacia ella, sino sólo por el fortuito encuentro con un elemento de diversión, de juego.

Una de las experiencias más sonadas de The Fun Theory es la llevada a cabo en el metro de Odenplan, uno de los más concurridos de Estocolmo, donde el Ayuntamiento quiso buscar la forma de impulsar los hábitos de vida saludable, promoviendo el uso de la abandonada escalera convencional haciendo a los usuarios que la prefirieran antes que la masificada escalera mecánica.

Para ello, se recurrió a un grupo de técnicos de sonido e instaladores eléctricos, y se convirtió la escalera convencional en un gigantesco piano, en el que cada peldaño hacía las veces de tecla con un sonido diferente. El resultado fue asombroso, ya que el porcentaje de personas que dejó la escalera mecánica para usar la convencional fue abrumador.

La técnica fue bien sencilla. No se dijo nada al usuario, no se pidió ni se escribió ningún cartel recomendando el ejercicio físico. Simplemente, se dejó que el azar y la diversión pasaran por delante de los transeúntes. La inquebrantable relación entre el juego y el ser humano hicieron el resto.