Nos detenemos hoy en otro ejemplo de serious game ecológico, después de otros que ya hemos revisado. En este caso, se trata de Mini-Mundi, un videojuego desarrollado para la fundación Ecoembes que forma en valores ecológicos en el ámbito escolares.
Mini-Mundi traslada al jugador a un ecosistema virtual que evoluciona dependiendo de cómo lo cuidemos, cambiando según el día, la noche y las estaciones del año. Al comienzo del juego, cada jugador comienza con su propio planeta, en el que habitan, entre otros personajes, una vaca brik, una ballena botella, un pez lata, un oso bolsa y una medusa vaso.
Cada semana, el jugador tendrá que completar divertidas tareas de limpieza del planeta, para poder acceder al juego correspondiente a cada etapa (hay un total de 16 juegos). A medida que vaya mejorando sus conocimientos sobre el reciclaje de envases, cosechará más ecopuntos y el planeta crecerá, enriqueciéndose en flora, fauna y recursos naturales.
El planeta funciona como un Tamagotchi, que se muestra lustroso y alegre si lo cuidamos y triste y gris si no actuamos correctamente. Separación, energías renovables o reciclaje son algunas de las funciones que el jugador debe desempeñar en el contexto de los minijuegos.
El juego tiene una sección exclusiva para profesores que les permite crear sus propios torneos, eligiendo los juegos que más les convenga y la duración que más se adapte a sus necesidades.