El empleo de sofisticados algoritmos de simulación en el desarrollo de serious games puede llegar a producir experiencias realmente asombrosas. Uno de las casos más llamativos en este sentido es el del videojuego Democracy 3, un moderno y detallista juego de estrategia en el que debes asumir la toma de decisiones habitual de un Gobierno de un país actual, pudiendo medir las consecuencias de cada una de ellas.
Sus creadores partieron de las siguientes preguntas: «¿Alguna vez has querido ser presidente o primer ministro? ¿Estás convencido de que podrías hacer un mejor trabajo que tus actuales dirigentes? ¿Piensas que peor que ellos ya no se puede hacer? ¿Piensas que tienes la solución para problemas como el crimen, el desempleo, la deuda nacional, el terrorismo, el cambio climático? Esta es tu oportunidad de averiguarlo».
El reclamo no puede ser mejor, al mes para un país como España en el que la mayoría cree saber cómo se deben hacer las cosas frente a la gestión política actual. Y la plataforma donde ponerlo en práctica no puede ser más fascinante. Democracy 3 simula las motivaciones, las lealtades y los deseos de todas las personas en el país. Para ello, el videojuego utiliza una red neuronal de diseño personalizado de sus votantes individuales, variando las características de los grupos con derecho a voto, los partidos políticos y los grupos de presión. Cada introducción de votantes se modela, junto con sus niveles de complacencia y cinismo.
Democracy 3 cuenta con una interfaz de usuario única, en la que se visualizan las conexiones entre las leyes, las políticas, los votantes y situaciones fáciles. A simple vista, el jugador puede observar todas las relaciones existentes entre las políticas y los votantes para analizar rápidamente los impactos de sus decisiones. Por ejemplo, su política comercial puede afectar el PIB, lo que afectará el desempleo, que afectará la pobreza, y por lo tanto la delincuencia, lo que lleva a un cambio en el turismo, que afecta PIB …
Cada votante individual es una mezcla de un subconjunto de los 21 grupos de votantes diferentes representados en el juego. Podrían ser un joven, rico, viajero liberal, socialista o capitalista, religioso conservador retirado, por ejemplo. Además, el grado en el que se identifica a cada uno de esos grupos es muy variable y pueden terminar por verse afectados a largo plazo por las políticas que aplique el jughador. Convertir su país a la religión o el ateísmo, al capitalismo o el socialismo, son aspectos que tendrán un efecto en multitud de variables, en función de cómo las maneje el jugador.
Democracy 3 también ofrece un sistema de política detallada, en el que cada ley tendrá un control deslizante que permitirá afinar su intensidad para conseguir el equilibrio justo. Una serie de ecuaciones dentro del juego permite que la misma política pueda tener efectos radicalmente diferentes en cada grupo de votantes en distintos puntos de la barra deslizante, por lo que algunos votantes puede ser indiferentes a una política aunque alcance niveles extremos, por ejemplo.
El videojuego dispone también de modelos de la economía global, incluyendo las agencias de calificación crediticia y los niveles de interés de la deuda, así como el impacto de los acontecimientos mundiales en su país.