Una de las vertientes más simpáticas que tiene el gamification es su aplicación en el ámbito doméstico. Uno de los ejemplos más llamativos en esta línea es Chore Wars, que convierte el día a día de una familia en su casa en todo un juego de rol.
Al comenzar una partida, cada integrante de la vivienda elige un nombre y un personaje. Una vez esté creada la partida y todos los personajes determinados, cada uno de ellos contará con un avatar épico que se enfrenta a desafíos en un mundo imaginario.
Los desafíos los marcará el perfil del master, o creador de la partida, que será quien establezca qué tareas cotidianas de la unidad familiar serán recompensadas con oro.
Los jugadores tendrán una planificación de las tareas que deben hacer en un libro de aventura. Ahí es donde va figurando lo que han hecho y lo que les queda por hacer. También se pueden hacer misiones, que se corresponden con las tareas más grandes; y añadir incentivos, ganando puntos y oro extra.
Chore Wars sugiere fórmulas de juego a sus usuarios, tales como usar la tabla de las mejores puntuaciones de cada semana para recibir premios; usar el oro conseguido como objetivo; acordar la elección semanal del perdedor para convertirlo en chivo expiatorio de una tarea; hacer el seguimiento de una tarea en particular…
El juego plantea la posibilidad de librar batallas, en las que el jugador nunca morirá, pero sí podrá resultar herido, perdiendo puntos.
Chore Wars es una traducción metafórica de las tareas a un mundo imaginario. Pero no es un videojuego. De hecho, no hay ninguna reproducción virtual de acciones, sino únicamente una contabilización de puntos, oro y asignaciones al dibujo de un avatar que representa la vida del jugador en el mundo imaginario.
La plataforma es absolutamente manejable por sus usuarios, lo que permite que Chore Wars, inicialmente contemplado para la vida doméstica, pueda ser también una herramienta muy útil en entornos laborales y para cualquier colectivo que quiera gamificar su actividad.