Mejorar el control sobre una deficiencia visual mientras se juega a un videojuego. Este es el propósito que se trazó un equipo de investigadores y diseñadores de videojuegos de la Universidad de Lincoln y la Fundación WESC de Reino Unido, el cual se tradujo en el desarrollo del serious game Eyelander.
El objetivo es permitir a los niños discapacidad visual que puedan desenvolverse de forma más independiente, jugando un personaje que se mueve entre animados paisajes y volcanes en erupción. Eyelander entrena en la visión funcional para llevar a cabo tareas cotidianas tales como la búsqueda de un libro en una estantería o cruzar la calle con seguridad. Sin embargo, cuando las vías visuales se ejecutan entre el cerebro y el ojo dañado, los mensajes no se transmiten correctamente y el campo visual se deteriora.
El objetivo del juego es ayudar al personaje, Eyelander, a salir de una isla volcánica en erupción. El personaje tendrá que superar una serie de obstáculos a través de doce niveles diferentes, tales como atravesar un pantano habitado por un cocodrilo, entrar en un laboratorio secreto o atravesar el bosque encantado.
En los primeros niveles, los jugadores deben encontrar una forma en la pantalla, que está rodeada por un grupo de formas similares que distraen. Después, deberá seguir el movimiento de esa forma. A medida que el juego avanza, se introducen numerosos colores y formas de distracción.
El juego también permite la opción de elegir la dificultad, en función de la gravedad y el tipo de lesión cognitiva del paciente.