The Worlds Deepest Bin: El divertido truco de la limpieza

 

Desde Omnium Games seguimos recorriendo algunos de los mejores ejemplos de gamification que encontramos en The Fun Theory, una iniciativa apadrinada por Volkswagen en la que se demuestra el poder social que puede tener la introducción de elementos lúdicos en aspectos cotidianos.

El gamification en estado puro, a nuestro entender, debe partir de la participación de la persona en el juego casi sin darse cuenta. Los estrategas del gamification introducen el juego en algún aspecto cotidiano de las personas, pero sin molestar. No le invitan a jugar. No le ponen ningún cartel. No se dirigen a las personas para coaccionarlas.

El juego, simplemente está ahí, y es su sola presencia, como si de un ente vivo se tratara, la que hace que las personas interactúen con ellos.

Aquí es donde entra en juego el segundo factor, que en The Fun Teory manjen no con menos maestría. Hacer que el juego sea a la par que sutil divertido, lo suficiente como para hacer que las personas cambien sus hábitos en relación a esos aspectos cotidianos de su vida.

Sin más rodeos, pasamos a otro ejemplo de The Fun Theory que cumple a la perfección este supuesto. Se trata de The Worlds Deepest Bin, la papelera más profunda del mundo, un juego que estos magos del gamification introdujeron en un parque de Estocolmo.

La idea es sencilla (otra premisa ineludible de los mejores ejemplos de gamification). Un sistema electrónico instalado en el interior de la papelera con un sensor de movimiento que, al detectar el paso de algún objeto en sus proximidades, emite un sonido.

En este caso, el resultado es que cada vez que una persona tiraba un papel o algo a la basura, escuchaba un silbido que terminaba en un estallido, como si el objeto lanzado hubiera entrado en un pozo inmenso y hubiera acabado impactando en el fondo con la fuerza de una bomba.

¿El resultado? Muy sencillo. Aquel simple reclamo fue suficiente para que se multiplicara el uso de esa papelera frente a otras en el citado parque, elevando los niveles de limpieza. El motivo era tan simple como la diversión que provocaba tirar objetos a una papelera tan singular.